“EL LADRÓN INTENTANDO RESOLVER EL CASO DEL LADRÓN”
Hay un patrón inconsciente y enraizado a nuestra forma de pensar, con la aparente intención de solucionar problemas o situaciones que solo viven en nuestra mente. Esto nos lleva a darle vueltas a la misma rueda, la cual por más que la hacemos rodar, no nos lleva al lugar donde queremos.
Hablo de esos problemas, conflictos, historias o asuntos que solo viven en nuestra cabeza, que AHORA en este mismo instante donde estamos existiendo no existen. Primero debemos de darnos cuenta de algo muy clave, estos están instalados en lo alto de mi cabeza, en forma de imágenes, recuerdos pasados o posibilidades ficticias de un futuro, por lo tanto, no son reales en este instante de vida en el que estoy existiendo. La realidad y la sensación de estar vivos se la doy yo, especialmente alimentándolos y dándole mi energía mental cuando ellos aparecen.
La experiencia de cada uno de nosotros, nos muestra la de ocasiones que hemos buscado soluciones, posibilidades o formas de arreglar algún problema que sigo recordando, o que me estoy adelantando a su posible y ficticio suceso, sin llegar a ningún punto clave, a ninguna solución y en especial a ningún lugar dentro de mi donde habita mi paz, mi serenidad o mi visión clara y transparente del suceso. Todo lo contrario, si observamos bien, contra más pienso en él, más dolor e incomodidad me genera.
Todo este nudo mental sin posibilidad de solución, viene dado al mecanismo en el que opera nuestra mente. La mayoría de “problemas” que siguen apareciendo en nuestra cabeza y se repiten, con una aparente intención de tener que ser atendidos por cada uno de nosotros, a lo único que nos lleva es a mantenerlos vivos (en forma de recuerdo), sin darnos cuenta que nuestra propia mente es la creadora de dicho “problema”.
Cuando me hago consciente de este patrón que no me lleva a mi paz y tampoco a la “posible” solución, puedo decidir dejar de energetizar cualquier recuerdo o historia mental que aparezca. Tenemos que empezar a ser capaces de ver un pensamiento llegar a nuestra mente y no dirigir nuestra atención, tiempo y energía mental a él.
Como anteriormente hemos visto, una vez me hago consciente de él y llevo mi atención al momento presente, me doy cuenta que no existe como tal, sino que solo es un recuerdo o un pensamiento. Cada vez que hago dicho gesto, empiezo a ser más consciente de esta posibilidad, donde me acerca mucho más a la libertad de decidir estar en paz en este instante de vida. De nuevo, una vez más, no podemos evitar que aparezca, ya que es algo inconsciente, pero al no darle tiempo, y energía, este cada vez más pierde la fuerza, hasta marchar.
A modo de ejemplo, las preocupaciones son como un grupo de palomas que llegan a mí alrededor. Yo puedo tomar dos decisiones, verlas y darles de comer, por lo que no solo estarán más rato conmigo sino que vendrán más a mí. La segunda opciones es ignorarlas, hasta que decidan marchar, ya que no los presto ni mi simple atención. Al principio la propia mente se encarga de repetirnos una y otra vez “el problema” para que lo atendamos, ahí es donde tenemos que mantener la firmeza y la confianza en no alimentarlo, no energetizarlo.
Probablemente, pensaremos que entonces es dar la espalda a los problemas o no preocuparse por lo que puede suceder, pero lo cierto, es que fuera de esa costumbre que hemos adquirido los seres humanos, aparece una tranquilidad y una serenidad en las personas. La cual nos lleva a poder decidir y actuar en el momento que así precise, sin tener que malgastar nuestra vida en distintos instantes, “preparándonos” por lo que pueda venir o “repasando” lo que sucedió.
Esto, nos empieza a dar la libertad de decidir no entrar en el túnel oscuro que siempre nos termina llevando la rumiación excesiva frente a un acontecimiento pasado o futuro, el cual de nuevo, es ficticio, ya que no está sucediendo ahora mismo. Aquí empezamos a ver, que fuera de ese túnel hay más luz y más claridad.
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