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Foto del escritorVíctor Avilés

EQUILIBRIO MENTAL Y REENCUENTRO mediante la meditación

Hoy desperté bien temprano, hacía horas que escuchaba la lluvia, pudiendo imaginar el frío de fuera en este mes de enero. La mente me invitaba continuamente a quedarme unos minutos más descansando en el cálido calor de las sabanas. Lo cierto, es que hace unos días que puedo ver una tendencia rumiativa de mi mente, así como momentos de tormenta, excesivo ruido mental y poca claridad.


Cuando uno instaura la práctica meditativa desde hace años y prioriza su claridad mental y sosiego, se puede percibir con mucha claridad cuando hay más “viento”, “tormenta” y “ruido” de lo habitual. La sentada de los días anteriores ha estado condicionada por un cansancio acumulado y una acelerada actividad mental, percibiendo el momento de meditación como duro, incomodo y si soy honesto, algo frustrante. Siendo consciente en el fondo, de que es una enseñanza más de este camino interior.


Así que me decidí darme una buena ducha y sentarme con tranquilidad y sin ninguna meta, en mi lugar de sentada. Encendí una vela para invitar al lugar, me coloque la manta sobre mi espalda y tomé una postura cómoda, erguida y descansada a la vez. Dibujando una leve sonrisa en el rosto de mi cara y permitiendo que mis ojos se cerrasen con amabilidad.

Cuarenta minutos de meditación para mirar allá donde tuviese que mirar, con decisión y sin ningún temor. Descansado y con ganas de equilibrar-me, sosegar la mente y ponerme en contacto con lo que ES, con el ahora, con todo lo que sucede en este momento, dentro y fuera de mi. Con la voluntad de abrirme al suceso.


Cuando cierras los ojos, todo está oscuro y parece que no se ve nada, pero en ese momento, te das cuenta, que todo lo que empiezas a ver, son tus pensamientos, tú dialogo mental, así como tus sensaciones y emociones, que aún no habías atendido. Aquí, es donde empieza el viaje interior. Un viaje donde sin moverte y priorizando la quietud, hay una intención de querer mirar, de ser consciente de lo que ocurre, acompañado por curiosidad y voluntad.


Seguir la respiración durante un tiempo, estando muy atento a la exalación, te centra y calma la actividad mental, regresando a la respiración siempre que mi mente se escapa a la ficción y narrativas de otro momento que no sea este. Y así durante repetidos ciclos, hasta el momento donde observas un buen nivel de concentración, entonces cambio de enfoque. Ahí me suelto mentalmente, y me abro a observar, todo aquello que aparece y desaparece en mi consciencia, desde sensaciones corporales, como narrativas y pensamientos sueltos. Permitiendo que todo ello aparezca, este unos segundos y se esfume.


Suenan las campanillas del contador de minutos, ha terminado el viaje, y después de unos días donde no viajaba a ningún lugar, me doy cuenta que lo he vuelto a conseguir, he vuelto a regresar a casa, a mí, al único lugar donde siempre estas y de donde muchas veces intentamos escapar. Ahora, con la mente más sosegada y con la sensación de presencia, empiezo mi día, abierto a la honestidad, la aceptación y la confianza de lo que tenga que ocurrir.


Desde luego, el gran reto es llevar todos estos valores y palabras a nuestro día a día, con los nuestros, con nosotros, con los otros…



Víctor Avilés Adán



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